miércoles, 4 de marzo de 2009

LA INFLUENCIA DE LAS MASAS


Ya desde la Antigua Grecia se observó y analizó la tendencia de los seres humanos a agruparse en sociedad. Platón decía que “la vida justa individual resulta imposible sin la vida justa social”. Más recientemente, Sigmund Freud concluyó que “el individuo se siente incompleto cuando está solo, por ello tiende a agruparse en unidades más amplias”. Esto continúa siendo así hoy en día, ya que ninguna persona puede vivir totalmente aislada de una sociedad, siempre en mayor o menor proporción estamos recibiendo influencias de la masa a la que pertenecemos.
El formar parte de una masa implica sentirse protegido entre iguales. Los individuos que la conforman se sienten fuertes en su conjunto por lo cual no es fácil que dejen de formar parte de la misma. Es más, el individuo dentro de una masa trata de agradar a los demás y de alguna manera nunca oponerse al resto. Creo que es por esto que Gustave Le Bon decía que “en una masa todo acto o sentimiento es contagioso”. Mientras se forma parte de una masa, nadie es tan ególatra como para ir a contra corriente de los demás. Relacionado con este tema, Freud dijo que “el individuo cuando se deja sugestionar lo hace por estar de acuerdo con los demás individuos de la masa, es decir, por amor a ellos”.
Viendo el asunto desde otra perspectiva, se puede decir que el agruparse en masas con forma de actuar y comportamiento similar es un síntoma de la cobardía del ser humano. Me refiero a esto porque al formar parte de una masa, el individuo en sí está eludiendo su responsabilidad. Si todos actúan de la misma manera o toman una decisión común, la responsabilidad individual disminuye casi hasta la nulidad, y toda esta recae sobre el conjunto como unidad.
Existen teorías que dicen que la multitud o masa necesita obedecer a un jefe o líder. En la mayoría de los casos esto es así ya que suele existir una figura que destaca sobre las demás y que es capaz de influir fácilmente sobre ellas. Así, la masa resulta muy influenciable, y sin la figura de este líder existe la posibilidad de una disgregación de la misma. Esta última es la teoría en la que se basan los encargados de tratar de disolver grupos terroristas, o la policía cuando intenta acabar con mafias. Buscan atrapar al cabecilla o líder para que los miembros del grupo queden de alguna forma “huérfanos” y se produzcan conflictos entre ellos que les hagan perder cohesión y, del mismo modo, fuerza.

Un caso particular en el que me vi formando parte de una masa ocurrió el año pasado cuando cursaba Segundo de Bachillerato en mi instituto. Estando en clase surgió un conflicto porque la fecha en la que estaba marcado un examen no convencía a todos, y llegado ese día la mayoría de la clase pretendía cambiar la fecha de dicho examen, encontrándome yo dentro de la minoría que ya había estudiado y a la que convenía hacer el examen en la fecha prevista. En un principio, mi intención de mantener la fecha del examen no varió, pero al cabo de unos minutos antepuse el interés del grupo por sobre el mío propio. Tuve oportunidad de comprobar la teoría de Freud ya que me dejé sugestionar para no ir en contra de las personas de mi grupo. Mi actitud pasó del egoísmo al altruismo para poder seguir formando parte cordial de la masa. Si tal vez no me hubiese sentido identificado con los demás individuos que formaban la masa (compañeros de clase en este caso) probablemente hubiera mantenido mi postura aunque fuese contraria a la de la mayoría; pero al sentirme identificado, y al existir la posibilidad de estar yo mismo en su lugar en otra oportunidad, opté por esa determinación que opino que fue la correcta.
Creo que este fue un ejemplo claro que me sirvió para comprobar empíricamente lo que se siente al formar parte de una masa y la forma en que puede llegar a variar el pensamiento o comportamiento de uno al ser un individuo más de un grupo.

1 comentario:

Jorge Pavisich dijo...

muy buena publicacion :D