sábado, 12 de junio de 2010

ÍDOLOS SIN PRINCIPIOS NI FINALES

Según algunas fuentes, Dios creó el hombre a su imagen y semejanza. Estos hombres se agruparon en sociedad, y cada sociedad escogió sus ídolos a su imagen y semejanza. O por lo menos esto es lo que pasó en Argentina.

Andrés Calamaro es un ídolo porteño que se pasea de vez en cuando por Madrid y los platós de televisión españoles dejando en ellos su aura de excentricidad. Hace un par de semanas se dejó ver por Buenafuente donde defendió fervientemente y a su manera la práctica del toreo en Catalunya.[1] Más allá de lo controvertida de esta acción, centrémonos en la idolatría del personaje.

Claramente está a un nivel superior que el resto de los mortales (al menos que los argentinos). Hasta se nota en la actitud de Buenafuente que le tolera más que a otro tipo de invitado. Tal vez lo que el presentador piensa es que Andrés está un poco pasado de rosca, pero los ídolos son así. Sino fijémonos en Maradona, el más grande de todos, el ente superior, el constante generador de hechos noticiosos alrededor de la selección argentina de fútbol.

Se trata de ídolos sin principios ni finales. Que en el fondo y la forma dicen mucho de un país, Argentina, dividido eso sí, entre quienes los idolatran (la mayoría) y quienes los reprueban. Dos fenómenos nacionales.

Nos guste o no, los argentinos tenemos mucho de ellos, o ellos mucho de todos nosotros, aceptémoslo de una vez. Somos antes unos exportadores de ídolos que los europeos de Sudamérica. Maradona lo sabe, Calamaro lo sabe, pero, ¿a quién no le gustaría ser Maradona? ¿O Calamaro? O un genio loco… o Don Quijote…



[1] Véase http://www.youtube.com/watch?v=0I9JoRlcq1c

Nota del autor: Escrito desde la más profunda admiración hacia los personajes que se nombran. Excepto Dios.