Nunca me gustó eso de que los actores y actrices decidan un día sin grandes motivos abandonar la serie que los llevó al estrellato. Hace algunos años odié a Verónica Sánchez y a Fran Perea (a este último puede que lo siga odiando a causa de la música que hace), poco tiempo después a Fernando Tejero, y a día de hoy odio un poco a Jennifer Morrison y a Olivia Wilde de House. Sin embargo, el caso que nos ocupa no lo puedo equiparar ni remotamente a ninguno de los anteriores.
Los conocí gracias a un videojuego, y cuando llegué aEspaña me compré una radio con el único motivo de encontrar en el dial las voces en directo de esos tipos que tanta gracia me hacían en diferido. Los encontré en la Cadena Ser, Carrusel deportivo se llamaba su programa, y desde ahí empezaron a ser al principio mis compañeros de aburrimiento las tardes de fin de semana, para con el paso del tiempo convertirse en mis compañeros de resacas domingueras.
Para mí hablar de radio es hablar de ellos, por eso me asusté tanto cuando parecía que todo se terminaba.
Pero supieron renacer casi de sus cenizas como el Gato Félix, tal cual dijo una vez una política paraguaya, y ahora poco ha cambiado: El nuevo programa se llama Tiempo de Juego, están en la Cadena Cope y faltan algunas voces que antes eran habituales, pero las voces que están siguen siendo tan estupendas y apasionadas como la primera vez que los sintonicé.
Sin nombrarlos en todo el artículo los pongo de ejemplo, porque cuando los escucho me hacen pensar que más allá de EGMs, más allá de empresas y más allá de precios, lo que ellos hacen cada semana ante los micrófonos desde antes de que yo naciera es ALGO DISTINTO.
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